Decepción.
Mucho tiempo
llevaba pensando en lo que iba a publicar después de la Maratón de Valencia.
Cada vez que salía a correr daba vueltas pensando a todas las personas que
quería dedicar mi mejor marca personal en una maratón.
Mi cuñado Luis que fue el que me
pico en esto de las maratones.
Mis compañeros de vacaciones en Daimus con los que empezamos a seguir los planes de entrenamiento ese mes de Agosto en la playa.
Mis compañeros de vacaciones en Daimus con los que empezamos a seguir los planes de entrenamiento ese mes de Agosto en la playa.
Mi inseparable novio Guillermo en
esto de las carreras, que en esta no me iba acompañar.
Mis nuevos entrenadores Vicente
Úbeda y en especial a Manu Sanchez con los que abrimos el grupo alcalaíno de
técnica de carrera.
Los chicos y chicas de técnica con
el activo grupo de Whasap que nunca cesa.
Ese Rafa Aletta, que siempre está a
tu lado para exprimirte un poco más.
A Manolo Garrido que nos dio un
susto, que por suerte quedo en nada, unas semanas antes de la maratón.
A los que han madrugado conmigo
estos domingos para acompañarlos en las tiradas largas, compartiendo los
peligros de los botes en la carretera.
Pero no pudo
ser. La maratón pudo otra vez conmigo. Cuatro horas y tres minutos de
sufrimiento, cuando pensaba en tres horas veintinueve minutos de disfrute. No
hay escusas, recorrido llano, clima estupendo para la práctica de nuestro
deporte, buena organización, gran animación de la carrera, buen plan de
entrenamiento y nada de lesiones en la preparación. Solo falle yo. Decepción.
No todo va a
ser negativo y me quedo con ese buen fin de semana de risas con Eugenio Romero
y la alegría de que él sí haya conseguido su objetivo.
Y lo más
importante el abrazo reconfortante de mi familia al llegar a casa, que
comprenden cuanta ilusión y tiempo había dedicado a este fin.
Para la
próxima, que seguro habrá, dejamos las dedicatorias y en esta mostrar mi
gratitud por el apoyo recibido.
Crónica realizada por Francis Montilla
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