Los mas rápidos, van tirando del grupo en la locomotora, luchan por ser el maquinista y tocar el silbato al entrar en la estación. El resto de corredores nos vamos acomodando en los vagones, los que siguen a los mas rápidos van en primera y así ordenadamente hasta el vagón de cola.
Cuando has viajado mucho y siempre en el mismo vagón, buscas siempre la ventanilla para disfrutar mejor del paisaje, pero sobre todo buscas caras conocidas que suelen ocupar los asientos próximo al tuyo o bien estiran las piernas en el descansillo, es ahí donde este viaje deportivo gana su encanto, las personas que conoces y que comparten contigo esta travesía.
El pasado domingo en la estación del Barrio del Pilar, coincidí con muchos compañeros de viaje, en mi compartimento estaban Queño, Tena y Julian de Coslada, Moya Jr., Sanse y justo un poco mas adelante pude ver a Nemo, Raul y Juan Carlos de Ecosport, todos salimos rumbo a meta en el mismo vagón, hasta el primer apeadero fui a gusto disfrutando de su compañia, pero a medida que avanzabamos una cinta transportadora invisible me iba llevando a los vagones de cola y poco a poco deje de ver a mis compañeros, incluso vi que mi asiento era ocupado por un desconocido, yo sin darme cuenta me encontraba sentado en otro compartimento rodeado de otros amigos desconocidos aún, quizás en un futuro no muy lejano sean mis nuevos compañeros de viaje.
Sin duda, este no fue un buen viaje, son de esos en los que tienes muchas ganas de llegar y cuando por fin arribas a la estación, te levantas de tu asiento mareado y con mal cuerpo maldiciendo el insufrible viaje. Recojes tu equipaje y sales tambaleándote del tren. Te reconforta un poco el ver que tus compañeros te están esperando de nuevo en la estación. Tomáis algún refrigerio juntos y mientras comentáis como os ha ido, planificáis ilusionados donde os llevara el próximo tren.
Es duro ver como el trabajo de muchos años de repente se pierde y sin darte cuenta vuelves otra vez al punto de partida, es como si nunca hubieras corrido, como si no conocieras a nadie, como si atarse la zapatilla fuera un esfuerzo sobre natural. Quizás me este obsesionando, tengo que reconocer que ya no estoy tan motivado, que me duele la espalda y que ya no entreno casi nada, que el trabajo no va bien, que la edad no ayuda, que la primavera no es para mi la mejor estación para correr y que ir de boda y acostarse a las tres y media tampoco ayuda...
Todo sea por encontrarse de vez en cuando con los amigos y compartir con ellos otro maravilloso viaje.