Madrugada con nevada.

Aquí os paso a relatar la primera noticia del año.

Era un viernes diferente en una semana especial. Después de las vacaciones navideñas regresamos al trabajo. Era un día distinto, bonito y caótico a la par. Me fuí al cole andando porque por la carretera no se podía circular. Enormes colas de coches invadían la ciudad. Y pasito a pasito me dirigí a la escuela.
Cuando salgo del portal veo un impresionante paisaje. Todo el parque está nevado: los bancos, los árboles, las farolas, las papeleras, las aceras... todos visten el mismo traje blanco, como si se hubieran puesto de acuerdo para tomar la comunión. Camino despacio porque el suelo está resbaladizo y no quisiera dar con mis huesos en el hielo. Ahora voy por un camino más seguro, la nieve cruje bajo mis pies. Es una sensación agradable ; pisar en un suelo inexplorado (deja tu huella dónde nadie haya pisado antes). Abandono la vereda y me dirijo al centro de la ciudad. Esto ya es otra historia...
En el primer cruce veo un enorme autobús que ha perdido el control y está atravesado en la carretera cortando la circulación, con lo que eso conlleva.
Las siguientes calles están igual. Filas interminables de coches que no pueden avanzar. Paso por una parada de autobús dónde un enjambre de viajeros esperan apiñados a un conductor agobiado por el caos circulatorio. ¡Hoy nadie llegará al trabajo a su hora¡. Sigo el recorrido para alcanzar a mi destino. Y en la siguiente calle una señora sufre un resbalón y se pega un culetazo contra el suelo. Se puede levantar por sí misma, no ha sido una mala caída. Visto esto, sigo con precaución y al fin consigo mi objetivo. Menos mal que vine andando porque los que eligieron el coche todavía no han llegado.
Esta ha sido mi primera aventura transcurrida en Alcalá, cuando fui caminando sobre el blanco manto tras una intensa nevada.
Esperemos que el refrán tenga razón: "Año de nieves , año de bienes".