
Era el 11 de agosto de 1984, faltaban 500 metros para la meta y Abascal decidió que había llegado su momento, que si un "diesel" como él quería tener alguna oportunidad frente a Sebastian Coe, Steve Cram o Steve Ovett debía romper la carrera, porque si llegaba al final con semejantes rivales "no tenía nada que hacer".
"Yo era un motor diesel y los británicos unos bólidos", no podía esperar a la última recta- comenta Abascal en una entrevista- Me superaron Coe y Cram y peleé al máximo por la tercera plaza con el keniano Cherise. Aquellos últimos metros fueron los más largos de mi vida. Terminé levantando los brazos porque para mí fue un triunfo, fue la carrera perfecta", recuerda.
A sus 50 años, el atleta de Alceda es consciente -"modestia aparte"- de que su medalla de bronce en Los Ángeles no sólo se convirtió en "un referente" para el atletismo nacional, sino que además "marcó un antes y un después en el deporte" español.
Hay hazañas que no se pueden olvidar, y ésta fue una de ellas.
2 comentarios:
Creo que el final del texto lo resume muy bien:
"Hay hazañas que no se pueden olvidar, y ésta fue una de ellas".
En mis entrenamientos para el 1.500 este es uno de mis referentes.
Me alegro de volver a leerte.
Cuidate.
¡Hola Espartano¡
Me alegro de verte por aquí.
Pues con este corredor tienes un buen referente.
Nos seguimos leyendo.
Recibe un saludo.
Publicar un comentario