
Que unos jugadores amateurs, con su trabajo día a día en el taller o en el banco eliminen a equipos de profesionales como El Español es una de las alegrías, una de las revanchas, que pueden ilusionar a un desengañado como yo. Lo que vimos ayer en la cuatro, los pocos que acertamos a elegir el heróico espectáculo entre David y Goliat, me reconcilia con este deporte prostituído por tantos chulos como hay en esa mansión de meretrices. Ayer gustamos la miel de la épica, vimos la luz barrriendo las tinieblas en el horizonte de la derrota.
La loca, infantil, alegría de los jugadores, la emoción del entrenador declarándose el más feliz del mundo, el gozo infantil y puro de un público que saltaba y bailaba (el abuelo con sus nietas, los mirandeses con sus jugadores...) fueron emocionantes, entrañables, enormes...
Hoy quiero brindar por los anónimos aficionados del Mirandés, por los entusiastas jugadores, por el humilde entrenador... por ellos levanto mi copa.
Quizás no ganen la Copa del Rey, pero han ganado la mía. Les invito a un trago de mi orgullo burgalés.
Jesús Marcial Grande (burgalés, naturalmente)
Por otro lado quisiera destacar la buena actuación que está realizando la selección española de balonmano, que ya está en semifinales del Europeo. ¡LLegó la hora de la verdad!
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