Manzano en flor.

Aproveché el pasado puente para hacer una fugaz escapada a la Sierra de San Vicente.

El sábado amaneció soleado lo que te animaba  para iniciar la marcha.

Brillaba el sol, pero no era ese astro abrasador como en el verano. Esta vez el calor era más soportable.

En cada época del año los paisajes van cambiando. Aunque pasemos por la misma ruta no vemos lo mismo en verano que en invierno.Con el frio invernal vemos como los árboles están pelados y cuando vuelves a pasar en primavera observas con asombro como sus ramas echan los tallos verdes y aparecen sus vistosas flores.

En esta ocasión me fijo en un manzano que se cruza en mi camino. Cuando le vi la última vez tenía sus ramas desnudas y en este mes de mayo veo sus brazos repletos de flores.

Además del mencionado manzano pude encontrar diferentes especies que iban variando según ascendía a mayor altitud.

Al principio, cerca del pueblo, abundan los árboles frutales: manzanos, perales, melocotoneros, morales...

Un poco más arriba podemos ver los cerezos rodeados de pinares. Y en lo más alto, en la pradera del Bonal vemos castaños y nogales.

Un traguito en la fuente y vuelta para casa.

La bajada se hace más cómoda aunque se me van cargando los gemelos y eso que esto es un simple paseo. Paso por el huerto del abuelete que está doblando el lomo, plantando los cebollinos. Antes de finalizar la ruta otro traguito más en la fuente de El Batán donde descubro otro puñado de especies vegetales con sus cartelitos correspondientes: fresno, pino, romero, hiedra, rosal silvestre...

¡Ah se me olvidaba! Finalmente saludo a mi amiga la higuera que viene acompañada con un típico refrán. Espero que la próxima entrada sea más cercana y no la ponga "de higos a brevas".